LA SEDE
PRESIDENCIAL
Notas históricas sobre la sede
La Constitución conciliar sobre la liturgia afirma que en el decurso del tiempo
se han introducido en la liturgia elementos que no responden bien a la
naturaleza de la celebración (SC 21). Es una idea que va apareciendo siempre que
citamos a la historia. Es bueno tenerlo en cuenta para que en nuestra época,
teniéndolo en cuenta, no caigamos en los mismos defectos que el Concilio quiso
restablecer. Como no podía ser, a la sede, le ocurrió lo mismo.
Las primeras comunidades cristianas contemplaron Cristo como maestro y como tal
lo representaron sentado en una cátedra. Así lo vemos en el célebre mosaico de
Santa Pudenciana de Roma. En algunos casos la cátedra se representaba vacía u
ocupada por una cruz. Simbolizaba la fe de la Iglesia en Cristo maestro.
Muy pronto las iglesias trasladaron este simbolismo de Cristo maestro sentado en
una cátedra a las sedes que aquellos que en nombre del Señor hacían presente el
mensaje evangélico: primero, los apóstoles y luego los obispos. Así, ya en el
siglo III, Tertuliano nos dice: "Recorre las iglesias apostólicas y en ellas
podrás contemplar cómo presiden aún las cátedras de los apóstoles" . De aquí
proviene el nombre de catedrales que se da a las iglesias que tienen cátedra
(sede).
Como en otras muchos aspectos litúrgicos, en la Edad Media se fue perdiendo esta
visión y simbolismo. Al perder el simbolismo, se fueron haciendo inservibles, ya
que su lugar fue siendo ocupado por los retablos y llegaron a desaparecer.
Más tarde, para suplir a las cátedras aparecieron los tronos, los cuales no
simbolizan a Cristo maestro. Eran más bien muebles principescos desde los
obispos asistían - no celebraban- a la liturgia celebrada por sus capellanes.
Teniendo este significado se prohibió a los sacerdotes ocupar dichos tronos. Ya
tenemos suprimida la sede. Los sacerdotes sólo se retiraban a esos lugares para
sentarse y descansar cuando el coro cantaba el Gloria o el Credo.
Después vino la legislación prohibiendo sentarse a los sacerdotes en ningún
trono, ni siquiera en sillas con respaldo, sino en taburetes para así evitar que
aparecieran como grandes señores. Así, tanto para los obispos como para los
sacerdotes, desapareció el simbolismo de la sede presidencial: los obispos
porque cambiaron por el trono, los sacerdotes porque celebraban en el altar.
Simbolismo ambiguo de
la sede
Nuestro tiempo es muy sensible a cuanto pueda tener resabios de situaciones de
privilegio o desigualdades. Se desean signos de fraternidad y se rechaza cuanto
pueda significar ansias de dominio. Además es eco de enseñanzas evangélicas.
Debe, pues, preguntarse si subrayar el rango de uno de los hermanos colocando en
la asamblea su silla por encima de los otros responde al espíritu evangélico.
Es verdad que tiene el riesgo de ello. San Agustín advirtió ya de este peligro:
posibilidad de soberbia a causa de la cátedra. En nuestro tiempo existe el
peligro de confundir el simbolismo de la sede con la superioridad de ciertos
miembros de la asamblea.
La sede presidencial, sin embargo, ha de ser siempre considerada como un
sacramento (señal, símbolo) del lugar de la presencia del Señor. Sólo si cada
una de las asambleas cristianas se siente congregada en torno al Señor que la
preside a través del símbolo del ministro, la Iglesia podrá vivir un ser
sacramental.
Características de la sede
Si la sede es símbolo, debe aparecer claramente como tal. Por ello, para que
aparezca con toda claridad su significación la sede
-
Debe ser única. Uno solo es el Señor, uno nuestro Maestro.
Varias sedes sugerirían un honor tributado a diversos ministros. No caben,
por tanto, varias sillas destacadas, ni que el presidente tenga una silla
igual a los demás ministros. Por otra parte, colocar para los ministros unas
sillas destacadas, frente a unos asientos simples para el resto de los
fieles, tendrá siempre el riesgo de sugerir una iglesia dividida en
categorías o clases. Para las concelebraciones los asientos para ellos deben
ser muy simples, de la clase que se colocan para los lectores y demás
ministerios.
-
Debe estar elevado. La forma concreta de realizar esta elevación
depende del conjunto del lugar. En una iglesia de grandes dimensiones la
elevación deberá ser mayor. Es cuestión de significar. Lo fundamental es que
la sede quede destacada y sea visible.
-
No debe quedar separada de la asamblea. Una cosa es estar elevado
y otra cosa separado. Por tanto no es recomendable que la sede esté detrás
del altar. Queda como un solitario. Mejor está al lado del altar, al otro
lado de la palabra, para que la lectura no se proclame espaldas al
presidente.
EL AMBÓN: LUGAR DE LA
PALABRA
Un poco de historia
El ambón es una herencia recibida de Israel. Ya lo usó Esdras: "Esdras, el
escriba, estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión"
(Ne 8, 4-5). Así al libro aparece colocado en un puesto elevado y visible.
En la época cristiana, las alusiones a un lugar destacado para la proclamación
de la palabra, las encontramos muy pronto. (San Cipriano, + 258; Las
Constituciones Apostólicas , siglo IV). En Occidente, a diferencia de Oriente -
que se colocaba en medio del edificio-, tanto la sede como el ambón se colocan
en el presbiterio.
Siempre aparece un lugar elevado y visible a la asamblea para que el pueblo
cristiano capte que esta palabra es muy distinta de lo que pueden ser todas las
demás palabras.
Esto duró mientras el pueblo entendió la lengua de las lecturas. Cuando más
tarde Occidente va dejando de entender el latín, entonces lo que los oídos no
comprenden, los ojos intentan verlo mediante diversas alegorías que introducen
equívocos. Las escenas del Evangelio se reproducen en pinturas y vidrieras.
Seguidamente nacen dos prácticas:
-
reservar la parte más alta del ambón sólo para el evangelio (la primera
lectura y el salmo se proclaman desde las escaleras del ambón; por eso se
llamó gradual al salmo, porque se hacía desde una de las gradas o
escaleras).
-
más tarde, nace la práctica de colocar dos ambones: uno reservado al
Evangelio y el destinado a las demás lecturas.
La última etapa de la evolución se da cuando el ambón se convierte en púlpito.
Cambia la forma y la finalidad. Ya no es el lugar de la palabra, sino el de los
sermones y devociones del pueblo
Después de la reforma, el Misal nos señala: "La dignidad de la Palabra de
Dios exige que en las iglesias haya un lugar adecuado para la proclamación de la
Escritura, hacia la cual, con facilidad, se dirija la atención de los fieles
durante la liturgia de la palabra" (OGMR 272).
Simbolismo del ambón
El ambón es un lugar, no un mueble. Ya lo señala el Misal:
"Conviene que el ambón no se reduzca a un mueble portátil", sino que
"ha de haber un lugar elevado, fija.. que corresponda a la
dignidad de la palabra de Dios" (OGMR 272).
Hay que procurar que el ambón, respetando la estructura del edificio, se
destaque como algo realmente importante. El lugar de la Palabra debe aparecer
ante la comunidad como expresivo de la trascendencia de la palabra de Dios, que
nos habla a través de la voz del ministro. Para que alcance su cometido
sacramental o simbólico es necesario que aparezca .como,
algo bello, iluminado y, en cierta manera, autónomo; su importancia es parecida
a la de la mesa-altar. Sólo así los fieles irán captando aquello que afirma la
Constitución litúrgica: "Cuando se lee en la Iglesia la
sagrada Escritura, es Cristo quien habla" (SC 7).
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Dibujo del
antiguo ambón de Castel Sant Elia. Italia |
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Vista lateral.
Dibujo del antiguo ambón de Castel Sant Elia.
Italia |
Vista frontal.
Cómo debe disponerse el ambón |
Características del ambón
Del simbolismo y de la función que desempeña el ambón de desprenden estas
características:
-
El ambón debe ser un lugar destacado. Ya hemos indicado: no puede ser un
mueble, ni tampoco debe retirarse concluida la misa. Así, se recuerda a los
fieles los dos quicios en donde se apoya la liturgia cristiana: la. y el
sacramento.
-
El ambón debe estar separado de la sede presidencial. Expresa mejor las
diversas presencias de Cristo en la asamblea. Una presencia es la presencia
de Cristo como cabeza de la comunidad y otra en la voz del que proclama su
palabra.
-
Tampoco debe estar demasiado cerca del altar. Por la misma razón. El
altar es el lugar de la presencia de Cristo entregado u hecho alimento.
-
El ambón debe ser fijo. Un mueble nunca expresará suficientemente la
importancia de la palabra.
-
Debe ser visible. Por la sencilla razón de la función que desempeña: que
sea escuchada y aceptada la palabra.
-
Debe ser único. única es la palabra de Dios.
-
Debe estar adornado. La estética es consecuencia del simbolismo. Es
signo de la palabra de Dios. El mejor adorno será su misma estructura.
Nota:
En la siguiente página vemos la disposición de tres iglesias de distintas naves.
Fijaos en el esfuerzo que se ha hecho
1°, para que el altar sea el centro de la asamblea;
2°, para que el ambón esté en un lugar visible y
3°, para que la sede represente su función.
Credencia se llama a una mesa pequeña que suele colocarse junto a la pared en el
presbiterio para colocar sobre ella el pan, las vinajeras, el vino, los
corporales, etc.
Cuestionario
1
Escribe un comentario personal sobre el lugar vivo de la Iglesia: quién es, cómo
se realiza, cuándo se realiza, etc.
2
Analiza los tres lugares materiales que hemos estudiado en este tema
(mesa-altar, sede, ambón). Mira a la iglesia donde celebras. ¿Qué harías para
darles su significado y valor?
3
¿Qué lugar de los tres se usa menos y se cuida menos? ¿Por qué será?
4
Haz un dibujo donde se reflejen los tres lugares tal como están actualmente en
tu iglesia. Ahora dibuja cómo estarían mejor en tu opinión.
FIN DEL PRIMER CURSO |