DOMINGO DE RAMOS
LECTURA DE LA PASION Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO, AYER Y HOY
RELATORES: GUIÓN
Siglas:
RB: Relator Bíblico
RM: Relator
moderno
JE: Jesús
P: Personajes
(Pilato, Pedro, Caifás)
AN: Voces
anónimas. (Reforzar todos el crucifícale)
Sacerdote
En
este domingo de Ramos, proclamamos la Pasión y Muerte de nuestro Señor
Jesucristo según San Mateo. Es el comienzo de la Semana Santa, el
gran momento en que celebramos la muerte y la resurrección de Jesús
fundamento de nuestra fe.
Sentados, sintonizamos con este Relato que nos marca el camino a seguir
para resucitar con Cristo el domingo de Resurrección. Y mientras lo
escuchamos, tratamos de interiorizarlo y de hacerlo oración.
RB Los
lectores que participan es esta lectura de la Pasión, representan a los
siguientes personajes:
El sacerdote hace de Jesús
Yo
leo lo que dice el Evangelio. Soy el Relator bíblico.
La
persona que está en el altar, representa a personajes que intervienen en
el relato o voces del pueblo judío.
La
persona del ambón de la derecha, aplica las enseñanzas de la Pasión a lo
que ocurre en el momento actual: es el relator moderno.
RM
LECTURA DE LA PASION Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO, AYER Y HOY
RB Después de
la cena, Jesús junto con sus discípulos fue a un huerto, llamado
Getsemaní, y les dijo:
JE Sentaos
aquí, mientras voy allá a orar.
RB Y
llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse
y a angustiarse. Entonces dijo:
JE Me muero de tristeza:
quedaos aquí y velad conmigo.
RB Y, adelantándose un
poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
JE Padre
mío, si es posible, que pase y se aleje de mi este cáliz. Pero no se
haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
RM Tres caminos
diferentes puede seguir el ser humano para dar sentido a su vida. La
primera posibilidad consiste en crear algo, construir el mundo,
configurarlo de manera nueva. La segunda posibilidad es disfrutar, gozar
la belleza, descubrir la verdad, vivir el amor o la amistad. La tercera
consiste en sufrir y padecer el propio destino.
No es fácil entender este tercer camino y descubrir el
sentido que se puede encerrar en el sufrimiento.
RB Todavía
estaba hablando Jesús, cuando apareció Judas uno de los Doce,
acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado
esta contraseña:
P Al que yo bese, ése
es; detenedlo.
RB Después se acercó a
Jesús y le dijo:
P ¡Salve,
Maestro!
RB Y lo besó.
Pero Jesús le contestó:
JE Amigo,
¿a qué vienes?.
RB Entonces
dijo Jesús a la gente:
JE ¿Habéis
salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me
sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.
RM También hoy salimos
con espadas y palos; con gritos, mentiras y enfrentamientos entre
nosotros. Tenemos claros síntomas de fractura social: grupos de amigos
que dejan de hablar de política para evitar broncas; familias que se
lían a gritos en reuniones destinadas al encuentro; miradas de odio e
insultos por la calle.
Puede
que alguien utilice este juego y hasta gane con el. Pero hay que
decirlo: es lamentable y síntoma de una siembra de odio que se sabe
como empieza pero no adonde nos conduce.
RB Los que
detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote,
donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
El sumo sacerdote se puso en pie y
le dijo:
P Te conjuro por
Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
RB Jesús le
respondió:
JE Tú lo
has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del
hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las
nubes del cielo.
RB Entonces el
sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
P ¡Ha
blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia. ¿Qué decís?
RB Y ellos
contestaron:
P Es reo de
muerte.
RM Hoy todos
somos testigos de ¡tantas sin razones!. La muerte y el sufrimiento de
inocentes: la violencia ejercida sobre la mujer asaltada, amenazada,
golpeada y hasta asesinada en su propia familia.
Hoy
somos testigos de la crueldad y el fanatismo que mueve al terrorismo;
de la incapacidad de los dirigentes para llevar adelante políticas más
solidarias; y de la desesperanza y el pesimismo de nosotros mismos, que
nos vemos obligados a vivir sin conocer la paz.
Somos
testigos de los datos estremecedores que nos han estallado sobre una
futura catástrofe ecológica mundial.
¿Qué
les contaremos a nuestros hijos cuando hereden las ruinas?
RB Jesús fue
llevado ante Poncio Pilato, y el gobernador le preguntó:
P ¿Eres tú
el rey de los judíos?
RB Jesús
respondió:
JE Tú lo
dices.
RB Y, mientras
lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada.
Entonces Pilato le preguntó:
P ¿No oyes
cuantos cargos presentan contra ti?
RB Como no
contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por
la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente
quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la
gente acudió, les dijo Pilato
P ¿A quien
queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?.
RB Pues sabía
que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el
tribunal, su mujer le mandó a decir:
P No te
metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.
RM Ahora dudas,
Pilato. Tienes miedo de perder tu puesto. Tu conciencia está en juego.
Pilato tienes que decidir. Tenemos que elegir en momentos decisivos de
la vida: preferir sufrir antes que colaborar con la injusticia; sufrir
inseguridad, debilidad y los riesgos de una actuación honrada y
consecuente con la fe cristiana; comprender el valor de una vida austera
y equilibrada en medio de esta sociedad de bienestar y consumo… Todo
menos lavarse las manos sin comprometerse en los problemas, aceptando
las consecuencias dolorosas de una defensa firme de la justicia, la
verdad, la libertad, la paz y la dignidad para todos.
RB Pero los
sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el
indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
P ¿A cual de
los dos queréis que os suelte?
RB Ellos
dijeron:
P ¡A
Barrabás!
RB Pilato les
preguntó:
P Y ¿qué hago con
Jesús, llamado el Mesías?
RB Contestaron todos:
P ¡Que lo
crucifiquen!
RB Pilato insistió:
P Pues, ¿qué mal ha
hecho?
RB Pero ellos gritaban
más fuerte:
P ¡Que lo
crucifiquen!
RM Ya nos hemos
acostumbrado a la muerte de un hombre. ¿Qué más nos da que sea blanco o
negro, de derechas o de izquierdas, inocente o culpable? También hoy lo
crucificamos de diferentes formas. Todos podemos ser torturadores. Basta
con olvidar que el otro es nuestro hermano.
RB Al ver
Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un
tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud,
diciendo:
P Soy
inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!
RB Y el pueblo entero
contestó:
P ¡Su sangre
caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
RB Entonces
les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para
que lo crucificaran.
RM Aquel día fue
juzgada la corrupción política y religiosa. Aquel día emergió la
desvergüenza de una sociedad en la que el dinero, el prestigio, el
poder, la ambición…, valen más que la persona… creada a imagen y
semejanza de Dios. No sabemos bien qué podemos hacer cada uno de
nosotros. Pero hay cosas que brotan por si solas: no permanecer
indiferentes; evitar una convivencia crispada; contagiar a otros nuestro
entusiasmo por vivir el Evangelio, siendo compasivos con los que
más sufren, ayudando a todo necesitado que encontremos por el camino,
siendo solidario con los países menos desarrollados… Todo menos
sentirnos bien sin hacer nada.
RB Los
soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto
de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la
cabeza y le pusieron una caña en el mano derecha. Y, doblando ante él la
rodilla, se burlaban de él, diciendo:
P ¡Salve,
rey de los judíos!
RM He aquí al hombre;
simplemente al hombre. No importa su raza o su color; no importan sus
riquezas ni su credo ni su partido político.
Es un hombre… Un marginado, un drogadicto, un
enfermo de sida… Es un niño de la calle, sin familia, sin horizontes,
explotado en un mundo donde hay cada vez más capacidad de crear riquezas
y menos interés en distribuirlas.
¡Que
importa su apellido ni sus papeles!. ¡Es un hombre! Con sus derechos y
sus obligaciones.
RB Luego lo
escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y,
terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo
llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene,
llamado Simón y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al
lugar llamado Gólgota (que quiere decir: “La Calavera”) le dieron a
beber vino mezclado con hiel; el lo probó, pero no quiso beberlo.
Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y
luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un
letrero con la acusación: “Este es Jesús , el rey de los judíos”.
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la
izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
P Tú que
destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo;
si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.
RM Al
contemplar al crucificado, nuestra
reacción no es de burla o desprecio, sino de oración confiada y
agradecida: «No te bajes de la cruz. No nos dejes solos en nuestra
aflicción. ¿Para qué nos serviría un Dios que no conociera nuestra cruz?
¿Quién nos podría entender?
¿En quién podrían esperar los
torturados de tantas cárceles secretas? ¿Dónde podrían poner su
esperanza tantas mujeres humilladas y violentadas sin defensa alguna? ¿A
qué se agarrarían los enfermos crónicos y los moribundos? ¿Quién podría
ofrecer consuelo a las víctimas de tantas guerras, terrorismos, hambres
y miserias? No. No te bajes de la cruz pues si no te sentimos
«crucificado» junto a nosotros, nos veremos más «perdidos».
RB Los sumos
sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también,
diciendo:
P A otros ha
salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje
ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo
quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?
RB Hasta los
bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
RM Los seres
humanos somos capaces de envilecer y degradar los símbolos más
venerable. Así ha sucedido a lo largo de los siglos con el signo más
cargado de significado para los cristianos: La Cruz de Cristo.
La Cruz de Cristo, que evoca una vida
austera, de entrega incondicional y abnegada, termina siendo adorno
frívolo o símbolo de ostentación en medio de una sociedad que sacrifica
a los menos favorecidos para asegurar el bienestar de los privilegiados;
de quienes se sienten obligados a “desenvainar la espada” para hacer de
la cruz y de la religión un arma para destruir a los adversarios o
mantener el poder.
La “cruz imperial” que desfigura y falsea la Cruz de aquel que
murió por instaurar en el mundo “un reino de paz, de justicia y de
fraternidad”.
La “cruz-condecoración”, que sirve para poder lucirla con
orgullo en las grandes ocasiones, o la “cruz-amuleto” que puede traer
suerte y liberar de males. Cruces “degradadas” que impiden captar el
verdadero contenido de la Cruz de Cristo.
Nos hemos acostumbrado demasiado a la Cruz. La hemos adornado y
desfigurado de tantas maneras que ya no nos resulta incómoda ni
peligrosa. Sin embargo, la Cruz de Cristo siempre estará ahí desvelando
la verdad o la mentira de nuestro cristianismo.
(pausa de silencio)
RB Desde el
mediodía, hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella
región. A media tarde, Jesús gritó:
JE Elí,
Elí, lamá sabaktaní?
RB Es decir:
JE Dios
mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?
RB Al oírlo,
algunos de los que estaban por allí dijeron:
P A Elías llama
éste
RB Uno de
ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre
y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
P Déjalo, a
ver si viene Elías a salvarlo.
RB Jesús dio
otro grito fuerte y exhaló el espíritu. Entonces, el velo del templo se
rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron.
Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto
resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en
la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.
(pausa de silencio)
RB El
centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y
lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
P Realmente,
éste era Hijo de Dios.
RM Eran las
tres de la tarde. La hora en que la sangre es derramada por la salvación
de todos. La hora en que muere un hombre, aplastado por la misma
sociedad que un día le vio nacer. No preguntes su nombre…
Agoniza en un hospital, solo, abandonado por todos; o en una residencia
se va destruyendo poco a poco como un árbol talado…
Quizás sufre abrumado por la agresividad y la amenaza de un hijo
desafiante y mentiroso…
O
quizás muere en el vientre de su madre sin llegar a ver la luz del sol…
No
preguntes su nombre…
Ha
muerto un hombre…
Hemos
matado al amor.
RB Al
anochecer, llego un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era
también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de
Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de
Jesús, lo envolvió en una sabana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo
que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada
del sepulcro y se marchó.
Era
el día de la preparación de la Pascua.
RM Preparar hoy
la Pascua, el paso de la muerte a la vida; preparar el paso de la
violencia a la paz, del odio a la reconciliación, del enfrentamiento a
la colaboración.
A
partir de ahora comienza una tarea titánica en la que hará falta una
profunda regeneración moral de nuestra sociedad. No se trata solo de
estar cerca de las victimas y de darles amparo, calor y apoyo. Se trata
de introducir entre nosotros una profunda cultura democrática y cívica
de hacer pedagogía del respeto al adversario, de comprender la
pluralidad. De desactivar los corazones endurecidos por el fanatismo y
la revancha, de vencer a la muerte con la cultura de la vida. El desafío
es hermoso: construir entre todos una sociedad sin rencores en la que,
sobre la tierna hierba de marzo, crezca por fin la planta arraigada de
una convivencia libre, solidaria reconciliada y pacifica entre todos y
para todos.
MUSICA DE TROMPETA
LOS LECTORES PERMANECEN RECOGIDOS MIENTRAS DURA
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